EL NUEVO MUNDO DE RODOLFO - De River Plate y el surrealismo argentino.


     La mañana en que Rodofo despertó estaba solo. Aunque hacía dos años que sus dos hijos, Norberto y  Angel, su esposa Laura y la Bety, su hermana, lo visitaban casi todos los días, justo en esa mañana, por causas fortuitas, algo que había que hacer y cosas que tenían que arreglar, por una cosa o la otra, ninguno estuvo. Se dio cuenta la enfermera. Apenas le vio los ojos abiertos mirando el techo creyó que era un reflejo pero luego, cuando se acercó a la cama, notó que las dos bolitas celestes la seguían y con toda claridad escuchó que Rodolfo dijo “hola”. Fue tal el sobresalto que cuando quiso salir corriendo a avisar a sus compañeros y al médico tropezó con la frazada que tocaba el piso y casi se cayó.

Rodolfo había sufrido el accidente casi dos años atrás. Por esa manía que tenía de no usar casco cuando salía a cobrar en la vieja Zanellita la lesión fue grave. Ya estaba jubilado pero reforzaba su sueldo haciendo cobranzas para un productor de seguros y un servicio de venta telefónica de productos domésticos. Ese día estaba lloviendo y apenas amainó Rodolfo quiso salir a hacer su recorrido. Según explicó el tipo de la camioneta pudo frenar a tiempo pero Rodolfo se asustó, quiso esquivar el impacto con tal mala suerte que la rueda trasera patinó en el asfalto húmedo, se deslizó sin control hasta que su cabeza pegó en el cordón. Allí quedó inconsciente. Lo pericia que se llevó a cabo en la camioneta demostró que no había un solo indicio de que hubiera tocado a la moto de Rodolfo.

Al principio los médicos eran optimistas y pensaban que en las próximas horas volvería en sí, pero al cabo de veinticuatro horas sin ninguna evolución fue derivado al hospital Italiano donde, luego de varios estudios, determinaron que la causa del coma era un lesión crítica en el cerebro.

Rodolfo no era un hombre adinerado pero a causa de su hipocondríaca personalidad invertía mucho de sus ingresos en una importante prepaga de salud y ésta le cubría varios centros privados de salud de primer nivel. Luego de derivarlo al Sanatorio San Marcos por pedido expreso de la familia, comenzó una incierta espera en la que Laura, Betty, Norberto y Angel y varios de sus amigos se daban fuerzas para no caer en la desesperanza. Norberto, por momentos perdía la fe y ponía en discusión el hecho de que quizás era mejor dejarlo ir pero su padre solamente estaba inconsciente, respiraba por sus propios medios así que ese “dejarlo ir” no era otra cosa que abandonarlo.

Fue angustioso para la familia, viajaban los treinta minutos desde Castelar a la ciudad de Buenos Aires para visitar a Rodolfo casi todos los días. Habían tenido que modificar sus rutinas habituales y como todas las cosas de la vida-y haciendo gala de ese precepto que reza que el hombre es un animal de costumbre- alcanzaron ese estado inercial en que lo inesperado comienza a parecer normal. De igual modo, a medida que los días pasaban, evidenciaban en el cuerpo los síntomas y secuelas del esfuerzo que estaban haciendo para sobrellevar el imprevisto. Los rostros sombríos, las espaldas encorvadas y los permanentes gestos de cansancio eran cada vez más elocuentes. 

 Cuando recibieron la noticia de que Rodolfo había despertado ninguno de ellos lo podía creer, así que en menos de media hora todos confluyeron en el sanatorio para comprobarlo con sus propios ojos. Cuando estuvieron allí la recomendación fue que lo visitaran gradualmente, sin invadirlo. Laura y Bety no pudieron contenerse y se pusieron a llorar, Norberto y Angel le hacían preguntas sobre cómo se sentía, y qué cosas recordaba. El médico dejó la recomendación de que por un tiempo no lo abrumaran y les pidió que lo acompañaran pero turnándose.

Los días fueron pasando, Rodolfo volvió a su casa aún sin comprender qué era eso de que había estado dormido casi dos años. Si algo definía a Rodolfo, por sobre todas las cosas, incluso sobre el hecho de que le apasionaba la pesca era ser hincha de River Plate. Sus propios hijos Norberto y  Angel se llamaban así por su admiración a Norberto Alonso y Angel Labruna. Rodolfo iba a la cancha a ver a River tanto de local como de visitante, salvo cuando River debía jugar en otras provincias o en otros paises. Más de una vez contó que le hubiese encantado ser médico pero que lo había desechado porque se dio cuenta que para ejercer como la profesión lo exige  no podría ir a ver a jugar a River como el quería, así que buscó la forma de entrar a trabajar en tribunales como oficial de justicia porque veía que su tío Juan, qué trabajaba allí faltaba cuando se le daba la gana. El mismo Juan consiguió que lo tomaran en el Palacio de Tribunales luego de que Rodolfo hiciera el curso.

Laura tuvo que resignarse, así lo conoció y así lo aceptó, hasta sonrió el día del casamiento, cuando notó, porque quizás más de una vez Rodolfo se lo había anticipado, que debajo de la camisa blanca se traslucía la banda roja de la camiseta de River. También aceptó la sesión de fotos luego de la ceremonia se hiciera, en gran parte, frente al estadio en Nuñez. Todo fue y es River Plate para Rodolfo, sus autos siempre fueron rojos o blancos, cuadros y posters de jugadores empapelan las paredes del living y sobre el respaldo de la cama matrimonial, bajo el crucifijo colgaba un banderín que su propio padre le regaló cuando era chico. Laura, lejos de enojarse, se divertía con las locuras de Rodolfo y hasta se había hecho hincha de River a pesar de su pasado como simpatizante de Racing.

 El médico había dado precisas indicaciones que preservaran a Rodolfo de malas noticias, al menos por un tiempo y el único hecho que había sucedido en su dos años inconsciente que reunía las características de ser un verdadero problema era que River, que ahora por suerte competía en primera, había descendido a la segunda categoría. Norberto fue el que pidió que no se lo contaran, asegurando que no lo iba a entender y que probablemente podría hacerle daño, Angel le decía que era como tapar el sol con un dedo, que tarde o temprano, se iba a enterar de la verdad. Pero Norberto convenció a todos que fueran de a poco, llamó a todos los amigos del barrio y del club de pesca, para decirles que no podía recibir malas noticias y que no se le tenía que comentar nada sobre el tema. A Pocho, fanático de Boca y propenso a la gastada, dueño de la casa de artículos de pesca, directamente lo amenazó con incendiar su negocio si osaba comentarle algo sobre el tema.

Cuando el accidente ocurrió, River no estaba en un buen momento pero nada hacía predecir que podía perder la categoría, luego, Norberto siempre lo recuerda, en cuatro meses se produjo la catástrofe. Es verdad que Norberto y Angel no llegaban a la altura del fanatismo de su padre pero los dos habían llorado el día que Belgrano de Córdoba logró la máxima hazaña de su historia: ascender a la primera división condenando a River Plate, uno de los dos clubes más populares de la Argentina, el que más campeonatos locales había conseguido hasta el momento, a jugar a la segunda categoría del fútbol argentino. Es verdad que también se habían conmocionado todavía más porque su padre aún estaba inconsciente y también, pensando lo terrible que sería si se enterara, sufrieron por él.

Rodolfo despertó a pocos días del primer clásico que River, recién ascendido jugaría contra Boca en Mar del Plata por el torneo de verano. Un año, diez meses y veintitantos días en el que Rodolfo se libró de sufrir viendo la caída vertiginosa de River llegando a jugar la promoción y luego el eterno año en que debió competir en los lugares más recónditos del país, en estadios pequeños de pueblo y superficies áridas y desparejas. Rodolfo estuvo todo ese tiempo inconsciente, y una mañana de enero, unos días antes del clásico despertó.

El primer día en la casa fue emocionante para todos, se notaba que Rodolfo no sabía muy bien qué hacer y deambulaba por toda la casa como buscando acomodarse, preguntaba algunas cosas, sobre todo cosas de seres queridos y también mostró preocupación por su trabajo, pero lo tranquilizaron cuando le dijeron que entre Norberto y  Angel, quienes estaban estudiando en la Universidad y disponían de tiempo, lo habían suplantado repartiendo en sus momentos libres y le aseguraron que cuando se sintiera mejor podría volver a hacerlo. 

Apenas al otro día de llegar a su casa, cuando Laura dejó las compras del supermercado en la mesa, se puso a investigar el ticket de los precios -pues era su obsesión tratar de conseguir el mejor precio de cada producto que comprara- y no podía creer lo que habían aumentado de precios las cosas, en dos años le resultaban el doble más caro, y todos en la casa se dieron cuenta que su memoria inmediata había quedado intacta, como si esos dos años inconsciente para él fueran apenas una noche.

Rodolfo, a medida que transcurrían los días, reclamaba que le compraran el diario y Norberto se encargaba de revisar el Clarín de punta a punta para que no se encontrara con ninguna mención de que River había transitado por la B. “¡¿Trezeguet en River?!, ¡mamita querida!”, exclamó Rodolfo con cierto orgullo mordiéndose el labio inferior cuando descubrió que el jugador era parte del plantel. Ya le habían contado que los putos de Boca habían obtenido un título más y que River también pero sin aclararle que había sido en la segunda categoría. Ese era el convenio entre toda la familia: omitir sí, mentir jamás, “Total, jamás se va a imaginar que River se fue a la B, así que eso no lo va a preguntar”, argumentó con cierta ilusión Norberto.

Norberto y Angel sintieron que la suerte estaba de su lado porque cuando River y Boca jugaron en Mar del Plata Rodolfo todavía no estaba recuperado físicamente, aún tenía muchos kilos de menos y se sentía débil y el mismo había desistido de viajar y verlo en la cancha. Así que esa noche se prestaron todos a verlo por televisión en el living. 

Angel decidió hacer un asado y mientras intentaba iniciar el fuego en la parrilla del patio, Norberto le comentó su inquietud: que era indispensable que vieran el partido por la tele pero sin audio porque seguramente los bosteros cantarían el clásico cántico “Vos sos de la B, vos sos de la B” y tendrían que explicarle por qué hacían eso. 

Rodolfo ya había encendido el televisor en el living y se había desparramado en el sofá entreteniéndose con un programa de chimentos que se emitía justo antes del partido. A través de la puerta balcón, los dos hermanos, mientras conversaban controlaban de tanto en tanto que programas miraba Rodolfo. Fue en el instante en que Angel sumaba brasas bajo la parrilla cuando un estruendo gutural rompió el silencio como un trueno, los dos salieron corriendo para el living para contener a Rodolfo que gritaba desaforado, con el rostro desencajado y encendido. Estaba frente al televisor como si quisiera meterse adentro de la pantalla.

   -¡Qué decís hijo de puta, qué decís la concha de tu madre! ¡La reputísima madre que te parió, conchudo!

Laura que se encontraba en la cocina preparando las papas con mayonesa, preguntaba ahora que había sucedido, Angel y Noberto intentaban calmarlo, en el televisor estaba el primer plano del periodista deportivo, el  Tano Fasccini, comentando sobre cómo iría a resultar el partido.

-¡Lo dijo, yo lo escuché, yo lo escuché! –Rodolfo parecía a punto de infartarse.

-Pará, calmáte, ¿qué decís qué dijo? –preguntó Norberto.

-¡El hijo de puta dijo que este equipo de River ya no es el mismo que jugó el año pasado en la B!

 Angel cayó desplomado sobre el sofá y Laura comenzó a llorar porque temía que la mala noticia le hiciera mal a la salud, Noeberto intentó explicar lo inexplicable, que a River lo habían boicoteado, que Pasarella se peleó con Grondona, que Carrizo desplantó a Filloy… pero nada sirvió.

-Ahora... -preguntó Rodolfo a Norberto agitado como si hubiera corrido diez kilómetros- ¿vos no me dijiste que River había salido campeón?
 
-Sí, sí... pero de la B... no te mentí…

Rodolfo quedó con el dedo índice señalando a Norberto como si quisiera clavárselo. Luego de unos segundos, miró hacia abajo, suspiró y se dirigió a su cuarto, cerró la puerta y todos escucharon que puso llave. Laura, sin perder tiempo, llamó por teléfono al médico y le contó lo sucedido y éste le dijo que tuvieran paciencia que seguramente necesitaba asimilar algunas cosas, que no lo molestaran durante la noche, que seguramente al otro día estaría más tranquilo.

Comieron como pudieron, sin ganas, luego Angel dijo que iba a dormir en el living por cualquier cosa. Colocó el ventilador y se recostó en el sofá de tres cuerpos, se dio cuenta que su padre tenía el televisor encendido y también que permanentemente cambiaba de canal. Se durmió. Todavía no había amanecido y Angel casi pega un grito cuando ve la silueta de su padre sentado en el sofá.

-Ey, despertá, llamá a Norberto y a Laura que tengo que hablar con ustedes.

-¿Ahora?

-No, pasado mañana… sí ahora ¿cuándo va a ser?

Los tres llegaron sobresaltados, se sentaron en el living y se prepararon para escuchar lo que Rodolfo iba a decirle, se lo notaba apesadumbrado, como si un tren le hubiese pasado por encima.

-Ya entendí todo, pensé que nunca me iba a pasar pero acá estoy… no sé bien que es esto, si es el purgatorio, el cielo o el mismísimo infierno, pero como nunca creí en nada puede llegar a ser que la muerte no es otra cosa que esto. No sé, debe ser una de esas cosas científicas como de los mundos paralelos, la octava dimensión o lo que sea… pero me tocó esto…

-¿Qué decís, Rodolfo, estás bien? -preguntó Laura

-Estoy, estoy, bah... ni siquiera sé que estoy...vivo seguro que no -respondió.

Luego, sin decir más nada, se fue a la pieza y volvió a encerrarse. Pasaron los días y sólo salía para comer e ir al baño, no quiso volver a trabajar “¿para qué? Lo único que falta que haya que trabajar en el más allá” contestó malhumorado cuando Laura le preguntó si iba a volver a salir de cobranza. 

Llamaron al Padre Juan para que venga a convencerlo de que la cosa no era como pensaba aunque Rodolfo aceptó escucharlo más por el aprecio que le tenía de toda la vida que por el hecho de ser sacerdote. Fue en vano, Rodolfo estaba convencido de que dos cosas eran imposible en el mundo real: que alguien estuviera dos años inconsciente y que River se haya ido a la B. El doctor, luego de revisarlo y conversar a solas con él, le dijo a la familia que lo que tenía era una negación, que no podía asimilar la realidad y que desconocía cuando iría a recuperarse, que lo mejor sería tratarlo con una terapeuta, consejo que la familia recibió desanimadamente porque si a alguien detestaba Rodolfo justamente era a todo aquel que ejerciera la profesión de psicólogo: "un psicólogo es un amigo pelotudo que encima te cobra para escucharte", decía siempre.

Rodolfo se convirtió en una especie de hombre primitivo, huraño, pasa semanas sin afeitarse y apenas se asea a fuerza de que Laura le está encima. Siempre anda de mal humor. Laura, Noberto y Angel decidieron cuidarlo y apenas hablan con él, vive encerrado en su pieza y ni siquiera deja que Laura se acueste con él, teniéndolo que hacer sola en el cuartito que oficia de escritorio. Por cansancio intentan seguirle la corriente, pero a los tres les da un poco de bronca que a cada rato, cuando lee el diario, escucha radio o mira televisión y algo no le gusta, exclama convencido.

-¡Qué cosa, cuando estaba vivo el mundo no era así!

Fin 
15/2/2013