UN ANGEL PARA TU SOLEDAD - Susi

Canté el estribillo fuerte, ya había tomado bastante y todos los que estábamos amontonados en el pequeño reducto de La Taberna acompañamos con un coro desinhibido y estruendoso el estribillo que sonaba en los parlantes. El "Angel de la soledad y de la desolación" retumbó en el bar hasta casi explotar los ventanales.  "vas a bailar, a bailar bailar" . 


Lo sentí premonitorio, quizás por que antes algo había intuido. Unas horas antes mientras me afeitaba, distraído, con la vista clavada en mi imagen en el espejo, me había cortado el pulgar con la prestobarba ¿Qué carajo me pasa? recuerdo que pensé; en el espejo aparecía su rostro, era el mismo de la tarde anterior cuando en la plaza Susi me había mirado con los ojos llorosos, demasiado tiernos, demasiado piadosos, y se quedaba callada. Habíamos hablado de cualquier pelotudez, la tarde era fría y no daba para quedarse ahí entonces nos fuimos a su casa, miramos una película empezada y no sé por qué se me ocurrió irme, está todo mal pensé, y me fui, quedamos en vernos al otro día, nos encontraríamos en Tijuana tipo cuatro de la mañana. El beso que me dio esa tarde no fue un beso más, era el de los que esconden algo. 

Por eso cuando la voz del Indio, más áspera que de costumbre carcomida en la saturación de los bafles, decía ahora que en su ternura estaba acechándole una buena traición de mujer, empezaba a comprender todo, era posta que había algún flaco y le costaba decírmelo. Empujé y empujé entre el bardo de gente amontonada en el bar y me pedí el quinto wiscola, el Negro me hablaba gritando, algo decía sobre que estábamos mejor en la esquina junto al baño, que no me vaya...no le contesté, ya con el vaso quería salir. Afuera el frío era de puta madre, ¿qué hago? pensé, ¿la voy a buscar?. Sabía que podía estar en la Recova con la prima pero me contuve y entré de nuevo al bar, estaba recaliente y entré empujando, pecheando a quien se cruzara, la reputamadrequeloparió; Susi me estaba cagando, seguro, ¿pero con quién? con el único que hablaba seguido era con Diego pero no podía ser, un amigo no te puede hacer eso, pero las minas son todas iguales y seguro lo había calentado, el wiscola no me estaba haciendo una mierda, mucha coca y me lo manduqué de un saque para pedirme enseguida un vodka con naranja ¿puede ser que una mina te diga que sos el mundo para ella y después te meta el cuchillo bien en el orto? el Indio sabía lo que decía, sabía que son tan guachas que encima después de cagarte sienten lástima por uno. Cada trago de vodka que me raspaba la garganta me enfurecía terriblemente, me enloquecía. Calma, calma, pero no, me acordaba de su cara de puta relajada, y ya me la imaginaba pidiéndome perdón, perdoname, perdoname, el bar era un descontrol y lo único que faltaba era ver a Diego que se me acercaba sonriendo como para saludarme. Le entré a gritar que era un hijo de puta y lo agarré del cuello, ahora no recuerdo si me sacaron afuera, o el Negro me llevó al baño, aunque no, en el baño recuerdo ver sangre, así que la pelea había pasado, puede ser que me quedé tirado en la calle porque que el Negro y Diego eran capaz de dejarme en cualquier lugar cuando me ponía medio loco.

Todo lo demás me viene a la memoria como ráfagas desparejas, vertiginosas, me veo caminando hacia Tijuana, mirando nada más que el piso, el pasar de las ranuras de las veredas me adormecían aún más. Ni siquiera había mirado la hora pero tenía que encontrar a Susi, era lo único que tenía en la cabeza, sabía que estaba en pedo y como muy pocas veces había estado, tenía ganas de putearla, tenías ganas de ver como ella se las arreglaba para contarme lo de Diego, al menos me quedaba el consuelo de que todo el mundo sabría que la impostora, la mentirosa, la traidora era ella, y todos iban a saber la verdad. Llegué a Tijuana y esperé sentado al lado, en la entrada de la galería y apoyé la espalda en la reja, ahí me di cuenta que tenía sangre, era mía seguro, en el pantalón, no quise tocarme la cara pero me dolía bastante. Cuándo la silueta de Susi, que aparecía como a la cuadra, se adivinaba más hermosa que nunca y se acercaba lentamente, todavía no sabía que iba a sentir el doloroso deseo de matarla.

La discusión empezó enseguida, no podía entender que negara todo, que hija de puta le decía, sos una basura humana, sabés lo que era capaz de hacer por vos, yo te dí el mundo, yo te dí mi vida y vos perra puta terminás haciendo mierda en sólo una noche. Ella lloraba, pero las mujeres lloran por todo, lloran cuando son víctimas y lloran cuando son victimarias, es una cualidad que saben como utilizar...encima veo que encara como para irse y la empiezo a seguir, sé que yo le gritaba, qué no sea cobarde, pero ella no paraba, su cuerpo de atrás parecía fatalmente precioso, la había perdido y no sabía por qué, Dios mío, la soledad ya me carcomía el alma y eso me daba más bronca, si ella se iba yo me iba a quedar solo como un perro y no lo soportaba. Conseguí ponerme al lado, para ese momento yo lloraba también, quería besarla, quería asesinarla con un beso amargo y violento...cuándo intenté darle el beso ella giró la cabeza y me empujó, hija de puta, hija de puta, la furia me hizo ver una baldosa suelta, ella siguió caminando y se metió en la oscuridad de una calle sin luz, sé que fue un solo golpe, con la inercia que llevó mi cuerpo corriendo hacia ella y la ceguera de mi borrachera, no escuché nada, ni el baldosazo ni la caída de su cuerpo. Me senté a su lado, tranquilo porque ella seguro que dormía, seguro que dormía. Me levanté en cuanto comprendí lo que había hecho, le toqué el cuello buscando el pulso, no lo encontraba y me desesperé. Comencé a sacudirla y ella no habría los ojos, me acerqué a su nariz para escuchar la respiración, no podía ser, la había matado, ¿qué hacía ahora? ¿qué hacía?. Sólo atiné a arrastrarla más en la oscuridad, por varias cuadras parecía no haber luz en la calle, y la verdad que no me importaba que alguien me viera, lo único que se me ocurrió fue meterla en alguno de los autos que estaban estacionados. De los tres que veía en la cuadra elegí un Duna blanco, lo tanteé pero tenía todas las puertas con seguro, el Falcon me quedaba lejos pero me fijé igual y al toque una de sus puertas traseras abrió, me cargué a Susi y yo ya había empezado a llorar de nuevo, la metí en el Falcon y empecé a correr hasta que no di más.

Primero fue el gusto rancio de la resaca en la boca y después el dolor de cabeza insoportable, estaba debajo de la sábana tapado hasta la cabeza, hacía frio y respirar afuera te lastimaba el interior de la nariz. Me di cuenta que el teléfono no había parado de sonar y que ahora lo estaba haciendo. La abuela se debería ido a comer a lo de Laura, seguramente harta de llamarme. Dios mío, ¿qué había hecho?, ¿cómo había llegado a casa? Ni siquiera tenía un reloj a mano, por las grietas luminosas de la ventana se adivinaban pasadas las doce. Seguro me preguntarían por Susi, qué no la encontraban, o que la habían encontrado muerta, no podía ser, ¿me había vuelto loco? La angustia no me dejaba pensar, el teléfono volvía a sonar y estaba totalmente inerte, no podía mover el cuerpo, lo único que se me ocurría era matarme. El timbre me perforó los tímpanos, aún estaba paralizado, al final junté coraje y me acerqué a la ventana...el Negro estaba afuera, nervioso, fumando...fui a abrirle.

¿Qúe hacés pelotudo?, fue lo primero que me dijo, ¿Te la agarrás con Diego y después desaparecés? Le dije al Negro que pasara. ¿Y Susi? pensé ¿no la habrían encontrado?, esperaba que me dijera que habían hallado a Susi muerta adentro de el auto, el Negro me miraba con furia.

-Estuve con Su -me dijo-, vino a casa llorando después de que se pelearon en Tijuana.

Yo miraba al Negrito y no sabía que decirle, estaba perplejo, inmóvil y sin entender un corno lo que me estaba diciendo.

-Dice que te dijo mil veces que estaba embarazada y vos solamente te encargaste de cagarla a puteadas, escuchame Juampi, no entiendo cómo podés ser tan gil hermano, encima te caiste delante de todo el mundo y te quedaste dormido, ¿cómo llegaste hasta acá?

No supe que contestar e hice una mueca de no entender, me había quedado tildado con lo del embarazo, ¿Susi embarazada de mi? ¿un hijo? las piernas se me aflojaron, sabía que me iba a desmayar así que me tiré en la cama, no sabía si lloraba por el garrón del pibe o porque ya nunca más iba a estar sólo.

fin

Abril 2000